Soledades o feriados
Con la solemne tranquilidad
de una avenida en un feriado,
tu vértigo de entre semana
desbarata mi silencio.
Quizá quieras olvidarte
- y yo sepa que no importa -
este asunto de patrias y banderas
de pueblos y costumbres,
pero eso existe y es tan cierto
como esta alfombra roja
que se extiende sin vergüenza
a modo de homenaje o bienvenida
entre tu reloj que siempre atrasa
y mis ganas de extrañarte más de cerca.
La cuestión no es este pendiente
de querer soñar, trabajar, comprar el diario,
lavarme la cara o lustrar los zapatos
y hacerlo todo
a dos pasos de tu risa,
porque el mientras tanto que nunca acaba
es a veces un chico caprichoso
pero siempre es un alegre cataclismo
de la espera de tenerte
a dos centímetros de mi boca.
(Te llevo, mujer de pies pequeños,
prendida como una escarapela,
pero
sabeme confundido de saberte
en este más allá tan más acá...
tan remoto y accesible...
Te llevo en la yema de los dedos
pero...a veces
padezco de ceguera
- conciencia que le llaman -
y a mi alrededor
- me contaron -
un circo sin tacto
me acaricia las manos.)
La cuestión no es que exista
- desgraciadamente -
un antónimo de cerca,
tu vértigo de entre semana
desbarata mi silencio.
Quizá quieras olvidarte
- y yo sepa que no importa -
este asunto de patrias y banderas
de pueblos y costumbres,
pero eso existe y es tan cierto
como esta alfombra roja
que se extiende sin vergüenza
a modo de homenaje o bienvenida
entre tu reloj que siempre atrasa
y mis ganas de extrañarte más de cerca.
La cuestión no es este pendiente
de querer soñar, trabajar, comprar el diario,
lavarme la cara o lustrar los zapatos
y hacerlo todo
a dos pasos de tu risa,
porque el mientras tanto que nunca acaba
es a veces un chico caprichoso
pero siempre es un alegre cataclismo
de la espera de tenerte
a dos centímetros de mi boca.
(Te llevo, mujer de pies pequeños,
prendida como una escarapela,
pero
sabeme confundido de saberte
en este más allá tan más acá...
tan remoto y accesible...
Te llevo en la yema de los dedos
pero...a veces
padezco de ceguera
- conciencia que le llaman -
y a mi alrededor
- me contaron -
un circo sin tacto
me acaricia las manos.)
La cuestión no es que exista
- desgraciadamente -
un antónimo de cerca,
tampoco aquel pendiente
sino todo el después
sino todo el después
de este mientras tanto
que nos mantiene tan unidos,
como cuando se besa
bajo un paraguas,
en la búsqueda de por fin
encontrar
el antónimo de lejos.
que nos mantiene tan unidos,
como cuando se besa
bajo un paraguas,
en la búsqueda de por fin
encontrar
el antónimo de lejos.
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