Ojalá

La Bahía de las Taritas no es un sueño.

Tengo ensimismada, entre los dedos,
esa marítima cercanía
con olor a luna ciega
en cuarto menguante,
y tu aroma a estrella cantante
en un cuarto en penumbra.

Tengo tus ojos que me acechan
como un faro intermitente,
como relámpagos del Catatumbo,
y esa ventolera
de besarme sin hacerlo.

Me gusta, puchunguita,
tus abrazos de chubasco,
y sólo le pido
a la Virgen de la Chinita
que patrocine
mi estadía sonrojada,
tu mañana en mi madrugada.

La Bahía de las Taritas es un sueño,

conmigo
y con tu espalda.

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