Mujer que pasa
La cuestión
es simple y concreta.
es simple y concreta.
Usted no puede
caminar desentendida
de su andar despampanante.
Debería evitarlo,
o al menos,
corregirlo,
sus idas y venires,
quizá mas lo segundo,
debieran ser más toscos,
y no,
como ahora,
que parece
que una tonelada
de femineidad despiadada
nos va a dejar
babeando humanidades.
Decididamente,
usted no puede
alargar esa mirada inclemente
que se mueve contraria a su paso,
que disimula sus idas,
o mejor dicho
las adereza.
Podría acaso
en un gesto de indulgencia,
no mirar,
y no ponerlo a uno
en la encrucijada de decidir
que prodigio no seguir.
Debería ya saber
que su mayúsculo regalo
cada vez que usted se ondea,
es un paro de actividades
y es un paro respiratorio,
y la frescura que se pega
como un cachetazo,
te deja zumbando
entre las sienes.
Y no sé
si todo esto sea sano,
pero no tengo ni una duda,
yo pongo la otra mejilla.
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