Sin religión

Es necesario verla
cuando realiza esos milagros.
 
Cuando, por ejemplo,
se pone perfume detrás de su oreja
con la punta del dedo,
o cuando
se coloca la hebilla en la boca
para arreglarse el cabello.
 
Usted podrá decir
que un milagro es otra cosa.
 
Pero es que usted
(gracias a Dios)
no la ve cuando
con total desparpajo
se pinta los labios,
a veces de rosa niña
a veces de rojo puta.
 
No la ve cuando,
ebria como la marea,
trata de quitarse apurada
sus zapatos de taco,
y se ríe
y me mira
y se pone seria
como una noche,
se torna tonta como un berrinche,
y me mira otra vez
y me lanza un:
“¿de qué te reís papafrita?”
 
Es necesario verla
agitada como una avenida,
despeinada como un sauce,
alegre como una maraca.
 
Usted podrá decir
que necesario es otra cosa.
 
Pero es que usted,
gracias a Dios,
no cree en sus milagros.

Comentarios

Seguidores