Accidente
La sábana estaba por demás almidonada. Sus dedos la recorrían lentamente, la doblaban y la volvían a estirar. No había ruidos... Sólo un intermitente e incesante pitido. Cada tanto pasos lentos que iban de una punta a la otra. Luego otra vez silencio... y el pitido. El chirrido de una puerta que se abre y luego se cierra. Aún estaba somnoliento, tenía la boca seca. Reconoció sus ojos vendados. Trató de levantar un brazo para llegar a ellos pero no pudo. No tenía fuerzas. Necesitaba no escuchar más el pitido.
Otra vez la puerta. Otra vez los pasos pero esta vez se detuvieron cerca de él, ahora estaba a su lado. Giró la cabeza. “Veo que ha despertado”. La voz que le hablaba era dulce y suave, de una mujer joven.
Otra vez la puerta. Otra vez los pasos pero esta vez se detuvieron cerca de él, ahora estaba a su lado. Giró la cabeza. “Veo que ha despertado”. La voz que le hablaba era dulce y suave, de una mujer joven.
- ¿En dónde estoy?
- En el Hospital Central señor. Es hora de su medicina.
- ¿Qué me ha pasado?
- Tranquilo. Tuvo un accidente.
No podía recordar.
- Tengo sed ¿qué día es hoy?
La mujer se mantuvo en silencio durante algunos instantes. El pitido seguía molestando.
- 20 de diciembre señor.
Luego pasos que se alejaban.
- Espere, no se vaya.
La puerta chirrió y se cerró. Sintió un cosquilleo en sus brazos, luego en las piernas, luego su cuerpo se volvió liviano. Su cabeza se hundió un poco más en la almohada. Ya no se escuchaba el pitido.
Estiró su brazo para apagar el reloj despertador y su pitido insoportable pero tiró al piso el cenicero repleto de colillas. Los números rojos del display mostraban signos ilegibles. Escuchó entonces el sonido del agua de la ducha. Se incorporó y se sentó en el borde de la cama, observó el cenicero en el piso y se refregó los ojos con las manos. Volvió a mirar el reloj. Las diez y media. Tenía la boca seca.
El vapor se escapaba desde el interior del baño hacia la habitación. El ambiente estaba húmedo y olía a jabón. Fue hacia el baño. Laura parecía una escultura bajo el agua de la ducha, lo miró y le sonrió. Le devolvió la sonrisa y abrió el grifo para beber agua.
- ¿Venís? - preguntó Laura.
Sin contestar se metió a la ducha. El agua caliente en la cara y el abrazo de Laura lo reconfortaron. La besó.
- Feliz año - dijo ella.
Laura salió del baño envuelta en una toalla. El cerró los ojos. El agua golpeaba su cara.
Corría bajo la lluvia intentando llegar al metro, estaba empapado. Descendió por las escaleras rápidamente tratando de no caer. Sacudió su ropa y su cabeza. Pasó por el molinete y se sentó en el banco a esperar. Se escuchaba la lluvia que arreciaba afuera. La bocina del metro lo hizo poner de pie y acercarse al borde del andén. La luz del tren lo cegó unos segundos. Lentamente fue deteniendo su marcha al tiempo que el roce de las ruedas contra las vías producían un ruido insoportable. La puerta se abrió a unos metros de él. Abordó al vagón y se sentó. Sentada a su lado una muchacha hurgaba en su bolso. Era muy bella, simpáticamente vestida, el pelo húmedo quizá producto de la misma lluvia. Ella levantó la vista y vio que él la observaba. Un molesto pitido sonaba desde que dejaron la estación.
- Tremendo clima hay afuera - comentó.
- Si - contestó ella mientras cerraba su bolso. Luego recogió su cabello.
La muchacha se puso de pie y se acercó a la puerta. El tren comenzó a detenerse.
- Espere - dijo él. Ella lo miró confundida. - No se asuste… es que… es usted muy bonita.
- Gracias pero… debo irme - dijo nervios y apurada.
- Es una pena… sólo una cosa… ¿cómo se llama?
La puerta del metro se cerró delante de él, ella dijo algo inaudible, el pitido seguía y seguía. Lo miró con sonrisa tímida, luego levantó los hombros. El tren volvió a perderse en el oscuro túnel.
El rugir de un trueno lo sobresaltó. Algo presionaba su brazo.
- Tranquilo - dijo la voz de mujer - estoy tomando su presión.
Conocía esa voz Se tranquilizó al instante.
- Todo está bien señor - dijo mientras el velcro se liberaba.
- ¿Por qué no puedo ver? ¿Cómo llegué hasta aquí?
- Tuvo un accidente que afectó a sus ojos pero…pronto recuperará la visión. ¿No recuerda nada?
- Pues no… sólo su voz.
La mujer hizo silencio. Luego respondió:
- Estuve con usted… le di su medicina.
- ¿Qué clase de accidente tuve?
- En el metro… su tren descarriló.
Era imposible. No recordaba nada.
- Ahora debo irme - dijo Ella - Volveré luego para quitarle las vendas.
Era imposible. No recordaba nada.
- Ahora debo irme - dijo Ella - Volveré luego para quitarle las vendas.
Él escucho sus pasos que se alejaban. Por fin el pitido ya no se oía. Los pasos se detuvieron repentinamente.
- Por cierto… mi nombre es Laura.
Comentarios
Publicar un comentario