Olor a noche

Confieso que tuve amaneceres
de esos que drásticamente
te despiertan a la vida.

Veo luego de vencer
el peso de la noche,
alerta con motivo,
un rostro y un nombre
buscando redimir su paraíso
por mi infierno.

Yo quemé con gusto
aquel celeste
y vos perdonaste sin tacto mi pecado,
yo, usé todo mi tacto
buscando que ya nadie pudiera perdonarme.

Confieso que tuve un cielo, o dos,
flanqueando mis desvelos,
preguntando con cada beso
que bajaba por mis sienes
qué hay detrás de la alegría.

Yo pensaba que quizá
existan paisajes postergados,
noches deshabitadas,
más de lo mismo.
Más de aquella ternura sedentaria
que fundaba bienvenidas
al después de las caricias,
que movía las hamacas
en las plazas olvidadas,
que decía mi nombre y después,
después sólo me miraba.

Confieso que tengo olor a noche.
Que no amanezca
hace ya tantos nomeacuerdo
es acaso un detalle
así de insignificante.

Comentarios

Seguidores